Andrés Cañizález
Desde Caracas.- Quienes ejercen largamente el poder político terminan justificando su permanencia por diversos motivos. Una frase muy gastada es aquella de que están obligados a ocupar el poder en aras de la paz social, es una suerte de chantaje: si dejo la Presidencia vendrá una guerra civil en el país.
Frases de este tipo se han hecho comunes en Venezuela, donde el presidente Hugo Chávez lleva 12 años gobernando y aspira a ejercer el poder político hasta 2021. La caída de estos personajes viene a demostrar otra cara de la moneda.
En realidad, el ejercicio prolongado del poder deja muchas ganancias personales, tal como lo ha venido a demostrar la reciente caída del egipcio Hosni Mubarak o la situación que atraviesa el libio Maumar Gadafi.
Un trabajo reciente publicado por el diario El Universal deja al descubierto la existencia de fortunas abultadas en manos de los dictadores. Se trata de situaciones predecibles. Las finanzas públicas del país se manejan como si fuesen propias. Es decir, la existencia de una dictadura borra el papel de los órganos de controlaría, y entonces el dictador mueve plata de las arcas públicas a las cuentas personales sin ningún control institucional. Eso explica en parte, entonces, la alta probabilidad de que un llamado hombre fuerte, por ejercer largamente el poder, termine siendo en realidad un hombre fuerte, pero desde el punto de vista económico.
Gadafi puede ser un caso emblemático. Ha ejercido el poder durante más de 40 años en su país, Libia, al norte de África. Una serie de levantamientos populares –desde inicios de este año- dejaron en evidencia el lado siniestro de su régimen, ya que durante décadas ha castigado duramente a la oposición, ha borrado las libertades básicas y ha terminado gobernando su país, literalmente, a su antojo.
No hay claridad en cómo Gadafi amasó su fortuna. Sin embargo, la reciente crisis -que incluso ha implicado la intervención internacional- ha servido para que se pongan a descubierto algunos de los movimientos financieros del dictador libio y su familia.
Hasta hace poco la familia Gadafi tenía depositados en Suiza un total de 4.400 millones de dólares. Debido a una serie de cambios en la legislación suiza, en torno al secreto bancario, esta fortuna fue llevada a otros países, incluyendo a Italia, el otrora país colonializador de Libia.
Gadafi, por cierto, ha mantenido muy estrechas relaciones con otro personaje digno de críticas, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Semanas atrás, según recoge El Universal, hubo un intento desde Libia –utilizando intermediarios suizos- por depositar 3.900 millones de dólares en una cuenta privada asociada a los Gadafi. Estos hechos evidencian la enorme riqueza que ha amasado Gadafi, un simple oficial del ejército antes de llegar al poder, por su condición de hombre fuerte de Libia. No puede obviarse que esa fortuna se ha multiplicado justamente mientras se imponía la tiranía sobre los libios.
Hay, de forma clara, una relación entre menos libertades y por tanto menos contraloría, y mayor riqueza para el dictador.
Dictaduras de este tiempo vienen a demostrar esta perversión. Mubarak, quien gobernó a Egipto por más de 30 años, tiene una fortuna personal de 70.000 millones de dólares, una cifra mayor que la deuda externa de muchos países del mundo.
Esta fortuna personal creció en medio de la represión y la ausencia de libertades, en un contexto de empobrecimiento de los egipcios.
Todo un ejemplo de lo que no debe ocurrir en este tiempo.