
 Por José Antonio González  Suárez
 La Inteligencia Emocional es la nueva ciencia del  comportamiento humano, la nueva forma de entender la Inteligencia en  el siglo XXI. Está emergiendo con muchísima fuerza e igual que ha  ocurrido siempre, hay profesionales que se han preparado y se están preparando  de manera adecuada para transmitir sus conocimientos y ayudar a desarrollar en  las personas sus habilidades emocionales. Pero siempre hay  "oportunistas" sin escrúpulos que con muy poca  formación y por el hecho de haber leído un libro y por estar de moda se dedican  a dar formación y consiguen, en poco tiempo, desprestigiar toda una teoría que  merece el respeto y la atención de la comunidad científica. 
Hace algunos  meses la periodista Isabel  Gemio realizó una entrevista al escritor y profesor  universitario José  Luís Sampedro. La periodista, entre otras cosas le preguntó  haber si sabría decirle, después de tantos años de haber dejado de dar clases en  la Universidad, cuales son las claves del éxito de un buen profesor.  José Luís San Pedro como reflejo de una vida pletórica  de sabiduría le contestó: "Lo tengo cada día más claro aunque ya no  imparto clases, las claves son dos: la primera, amar a los alumnos, y la  segunda, provocar a las alumnos". 
 
La periodista le insistió: "¿
Es  que un profesor se tiene que enamorar de sus alumnos?" y  
José Luís, desde la serenidad que da la experiencia  bien integrada le contestó: "
No, no necesita enamorarse, pero si  quererlos, porque el profesor que ama a sus alumnos está dispuesto a darles lo  mejor de sí mismos y eso se nota desde el primer día y además de aprender  conocimientos, sienten la clase, la viven, la disfrutan, la  saborean". 
¿
Y que tienen que hacer los  profesores para provocar a los alumnos? 
José  Luís con absoluta certeza dice: 
"Yo, cuando tenía poca  experiencia, mi objetivo era exigir que mis alumnos supieran y aprendieran  exclusivamente lo que yo les transmitía, y de acuerdo a estos criterios les  juzgaba, les examinaba. Después aprendí que lo importante no era eso, que lo  fundamental era provocarles, hacerles pensar, reflexionar, lograr que tuvieran  criterios propios, que dieran lo mejor de sí mismos y que hasta cuestionaran los  conocimientos que yo les transmitía. Todo esto tiene mucho que ver con  la  Formación en Inteligencia Emocional". 
Estamos en un  momento histórico donde la
Inteligencia Emocional ya no es una mera  teoría lejana que se limita a la lectura de un libro, sino que actualmente se  conocen 
estrategias y herramientas útiles y prácticas  de aplicación tanto a 
nivel personal como empresarial.  Una organización puede sacar gran provecho de estas herramientas, pero para ello  es importante que cuidemos el método y la forma de desarrollarla. 
Por  tanto es importante a la hora de impartir 
programas de Inteligencia  Emocional tener en cuenta los siguientes criterios:  
PRIMERO: No es suficiente que la persona que  imparte esté bien formada, sino que a su vez debe se una 
persona  emocionalmente inteligente, es decir, que transmita emociones, que  provoque situaciones e invite a las personas a la acción, a la aplicación  inmediata. 
SEGUNDO: El aprendizaje tiene que  
ser multi-sensorial, activo, dinámico, comprometido,  que desafíe a la rutina, generando vivencias y compromisos personales.  
TERCERO: Su aplicación debe de ser inmediata,  con resultados tangibles y que ello provoque un auténtico proceso de  "
automotivación".  La Inteligencia Emocional tiene tal fuerza en las personas, que si somos capaces  de manejarla produce el fenómeno del 
auto-desarrollo y/o la  auto-transformación continua. Se produce un cambio irreversible e  ilusionante en las personas y en su entorno.  
CUARTO: 
La formación en  Inteligencia Emocional, no puede ser intensiva sino intermitente,  ya que trabajamos desarrollo de habilidades, aprendizaje de estrategias  destinadas a que las personas las apliquen, las conviertan en resultados en una  acción eficaz. Para ello hay que acompañar a los alumnos en su proceso de cambio  y de transformación. 
En este momento cabe preguntarnos lo que un experto  en Inteligencia Emocional desea y se propone conseguir. 
En  primer lugar, ayudar a las personas a producir en su interior  cambios de actitudes, de paradigmas, de su forma de sentir y comportarse.  
En segundo lugar, se genera una nueva cultura, un  nuevo lenguaje en la comunicación y las 
relaciones  interpersonales. Se afrontan los conflictos de otras  perspectivas. 
Una organización Emocionalmente Inteligente,  necesariamente es una organización responsable, próspera y con un futuro lleno  de esperanza. 
...Y a usted, ¿qué le  parece?